La sobrepesca en las costas del Mediterráneo comienza a detectarse como una de las causas del varamiento anual de los cetáceos en el litoral.
La sobrepesca en las costas del Mediterráneo comienza a detectarse como una de las causas del varamiento anual de los cetáceos del litoral valenciano, ya que provoca la falta de alimento en diversas especies que no son capaces de competir con el ser humano por recursos de interés comercial.
Según explica el director de la Unidad de Zoología Marina del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva (ICBiBE) de la Universitat de València (UV), Toni Raga, ese es uno de los factores que puede amenazar en la costa valenciana a algunas especies de delfín, como el delfín mular, protegida a nivel europeo según el segundo anexo del Convenio de Berna.
La convalecencia de los ejemplares varados la realiza, desde 1994, el Centro de Recuperación de Fauna La Granja de El Saler (València) en colaboración con el Oceanogràfic de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en las instalaciones del Área de Recuperación y Conservación de Animales (ARCA) del Mar y con el apoyo de la Conselleria de Medio Ambiente.
El responsable del Área de Conservación de la Fundación Oceanogràfic, José Luis Crespo, indica que la influencia de la sobrepesca es una “posible hipótesis”, ya que si la actividad humana “acaba con los caladeros donde se alimentaban los delfines“, aparte de debilitarlos, los hace interaccionar entre especies e incluso atacarse entre ellos.
“Ahora mismo no podemos decir que los delfines estén delgados porque no encuentran comida”, considera Crespo, aunque de cara al futuro, la sobreexplotación de los caladeros “inevitablemente va a impactar de forma negativa” sobre la fauna marina.
Según el estudio para la conservación de los cetáceos y tortugas marinas de las costas valencianas que elabora el ICBiBE para la Conselleria de Medio Ambiente, el año pasado se registraron varamientos de 35 delfines listados y 8 mulares, dos rorcuales comunes y un cachalote, un calderón gris y un calderón común en las costas de la Comunitat Valenciana.
Los dos expertos coinciden en que la red de detección de varamientos se ha hecho “más eficiente” y a lo largo del tiempo “va a mejor”, y ponen énfasis en aspectos como la mayor sensibilización ciudadana, que ha permitido que aumente el número de varamientos registrados, o que los pesqueros ahora informen a emergencias cuando recuperan a una tortuga para que estudien su estado de salud, en lugar de devolverla directamente al mar.
En la población de tortugas marinas, la especie más amenazada es la de tortuga boba, o “Caretta caretta”, que registró el año pasado 126 casos de varamiento en el litoral mediterráneo valenciano de los 127 totales, y solo en uno no se no pudo determinar la especie.
Crespo establece que la tortuga boba ha bajado a “preocupación menor” en las aguas del Mediterráneo, pero advierte de que si se dejan de realizar los proyectos de conservación que se han llevado a cabo, volvería a estar en peligro, como lo está a nivel global según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
Además de la influencia de la pesca o los choques de barcos en grandes especies, Raga también señala como “cada vez más preocupante” la presencia de “plásticos” en el tubo digestivo de algunos animales, que pueden resultar “causa directa de muerte” en muchas especies o motivo de varamiento, porque debilita al animal.
Raga acudió la pasada semana al tercer comité directivo de Medsealitter, enmarcado en el proyecto Interre para analizar cómo afecta la presencia de microplásticos en las tortugas y otras especies, un aspecto que aún no deja clara su influencia.
Asimismo, para ambos expertos, el cambio climático es uno de los factores que, a largo plazo, también puede provocar enormes modificaciones en toda la fauna marina, ya que la variación de la temperatura del agua provoca que los peces emigren y altere el conjunto de las especies.
Fuente y más información:
Diario 20minutos