Las misiones Mars Express y ExoMars de la Agencia Espacial Europea.
¿Son fenómenos naturales o provienen de una forma de vida inteligente? Esta semana un grupo de científicos canadienses ha detectado una ráfaga de radio rápida (FRB) repetida y muy similar en poco tiempo, un fenómeno astrofísico de origen y significado desconocido, más allá de la certeza de que proviene de fuera de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Pero a pesar de que estas últimas señales captadas tienen características especiales, como que se repiten con los mismos parámetros (sobre todo en su dispersión de plasma), las señales de radio llevan muchos años llegando a la Tierra y siendo detectadas por los científicos, que gracias a su análsis han podido deducir que las señales proceden de un objeto celeste situado en una pequeña galaxia a unos 3.000 millones de años luz de La Tierra, lejos de los límites exteriores de la Vía Láctea.
Por más que la imaginación nos empuje, no debemos pensar que una ráfaga de radio rápida (FRB) es un crepitar en un transistor o una serie de pitidos a los que buscarles un significado. Se trata de pulsos de energía que crean una señal de radio que duran normalmente varios milisegundos, esto es, una milésima parte de un segundo.
Fue en 2001 cuando se detectó la primera ráfaga rápida de radio o Fast Radio Burst (FRB), un estallido de radiación producido hace millones de años que llega hasta nosotros de forma breve pero muy intensa. Más tarde, en 2007, el investigador Duncan Lorimer y su estudiante David Narkevic publicaron ese tipo de hallazgo en la revista Science, por lo que ocasionalmente estas señales de radio reciben el nombre de ráfagas Lorimer.
Sus causas no se conocen con exactitud, aunque los científicos han acotado en los últimos años qué puede causarlas, sin descartar que sean artificiales. Entre las hipótesis sobre sus causas, apunta el periodista Jorge García, “se baraja la posibilidad de que provengan de la colisión de cuerpos especialmente densos, como estrellas de neutrones o agujeros negros; otro origen propuesto se remonta hasta el universo temprano, en las interacciones de cuerdas cósmiscas con el plasma que llenaba el universo. Esta hipótesis serviría de apoyo tanto a la teoría de cuerdas como a la teoría cuántica de la gravedad”.
El pasado septiembre de 2018 un sistema de inteligencia artificial, creado como parte de un proyecto de búsqueda de vida inteligente de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos), ha detectó nada menos que 72 señales de radio de origen desconocido, pero que se atribuyeron a estrellas de neutrones altamente magnetizadas y bombardeadas por corrientes de gas procedentes de agujeros negros supermasivos.
En 2016 se captaron más de estas señales con el telescopio de Green Bank y ya en 2012 se habían localizado con el del Observatorio de Arecibo. La repetición de estas ráfagas deja clara una cosa a los científicos y es que demuestra que no son producto de fenómenos cósmicos únicos, como explosiones o colisiones, si no de un hecho reiterativo.
Sin embargo, la mayoría de expertos coinciden en que, aunque no es descartable, que puedan proceder de una inteligencia extragaláctica es una de las posibilidades con menos consideración.
Pero a veces son un misterio tal que surgen las especulaciones, como en 2017, cuando un equipo de investigadores del Observatorio de Arecibo, en Puerto Rico detectaron señales de radio cuyo origen situaron en la estrella Ross 128, una enana roja a apenas a 11 años luz de distancia de nuestro planeta. Estas señales eran pulsos de banda ancha y periódicos, similares a los que emiten algunos de satélites artificiales humanos.
Fuente y más información:
Diario 20minutos