Aroa Simón Angón, en una de las aulas de ESNE, el centro en el que estudia Diseño y Desarrollo de Videojuegos.
Cuando en septiembre acudió al acto de bienvenida que la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología (ESNE) organiza para los nuevos, a Aroa Simón hubo algo que le sorprendió: en su carrera, la de Diseño y Desarrollo de Videojuegos, había más chicas de las que esperaba. “Cada vez somos más, y más visibles”, afirma con orgullo, sentada en la cafetería, el lugar más concurrido del centro a las tres de la tarde.
Los datos parecen darle la razón a esta zaragozana de 18 años. “En la primera promoción, de 16 alumnos solo dos fueron chicas. Después tuvimos dos generaciones en las que no hubo ninguna. Y luego pasamos a una media del 10%. Este año se ha dado una situación excepcional y hemos subido al 40% de los 73 estudiantes que han entrado en el primer curso”, repasa David Alonso durante una visita por el resto de las instalaciones. Este ingeniero informático dirige el grado, oficial desde 2010.
Profesor y alumna coinciden en que el incremento se debe a que el mundo del videojuego está cambiando y está dejando de verse como un terreno masculino. “Cada vez hay más mujeres que juegan. Si se quieren desarrollar juegos que les puedan interesar se necesitan creadoras. Y también cada vez tienen más peso y representatividad dentro de la industria. Es importante que haya referentes”, explica él. “Animo a las chicas que se plantean hacer una carrera de este estilo a que la hagan. Hoy en día no te tratan diferente”, incide ella.
Esa tendencia al alza no es, sin embargo, la que presentan en líneas generales las conocidas como carreras STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). Con motivo el 11 de febrero del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la semana pasada se organizaron varias jornadas y en todos los foros se alertó del retroceso de la presencia femenina en estas materias. La quinta edición del informe Científicas en cifras, presentado este lunes por la secretaria de Estado de Universidades e I+D+I, Ángeles Heras, avala esa preocupación: el número de chicas que eligen estos estudios ha disminuido al 25%. El dato es especialmente alarmante en las Ingenierías y en Arquitectura. Mientras, como es habitual, en Ciencias de la Salud el porcentaje se dispara al 72%.
“Parece mentira que en mi época estuviésemos más mujeres en la profesión que ahora. Vamos para atrás”, lamenta Maite Villalba. “Soy de la generación del baby boom, del 74, y cuando estudiaba se promocionaron mucho las ingenierías. Con el tiempo se dejó de hacer y en la universidad hemos notado que han bajado mucho los grupos. Ha habido carreras en riesgo incluso de cierre. Hay pocos estudiantes en general pero el número de alumnas es aún mucho más bajo”, explica al otro lado del teléfono esta profesora de Lenguajes y Sistemas Informáticos en la Universidad Europea de Madrid (UEM) desde hace dieciséis años y medio.
Los estereotipos
¿A qué se debe ese desinterés por una formación que tiene importantes salidas laborales? La respuesta es unánime: a los estereotipos. Un estudio reciente de la Fundación PwC y Plan Internacional pone de manifiesto que cerca del 20% de las empresas y un tercio de las chicas entrevistadas creen que existen diferencias en la capacidad de desempeño de los trabajos. Bajo el título Mujeres jóvenes ante el empleo, el informe apunta que aún hoy existe una tendencia a considerar que “a ellas se les dan mejor las cuestiones relacionadas con la gestión de emociones, la capacidad de adaptación y la escucha, y a ellos las competencias vinculadas a la negociación, el emprendimiento o las nuevas tecnologías”.
“A partir de los seis o siete años, las niñas empiezan a asociar la inteligencia como una cualidad de los niños y durante los estudios en el instituto es difícil encontrar referentes de mujeres científicas en los libros de texto, por lo que las alumnas no se ven a sí mismas como posibles científicas. Yo misma, en el momento de elegir carrera, no me consideraba lo suficientemente inteligente como para estudiar Física”, admitía Clara Benedí-García durante un encuentro organizado por la Fundación Gadea por la Ciencia. “El efecto tijera muestra que conforme vas escalando en la carrera científica, las mujeres se van cayendo. En los puestos más altos del CSIC en concreto, el 75% son hombres”, agregaba después en una conversación telefónica con este diario, poniendo sobre la mesa otra cuestión clave: los techos de cristal.
Esta doctoranda especialista en Tecnologías Ópticas, quien con 26 años es además coordinadora del área de Mujeres en Óptica y Fotónica de la Sociedad Española de Óptica, considera que a los problemas de conciliación, se suma el hecho de que “es más difícil que una mujer sea valorada en la Ciencia“: “Se ha demostrado que necesita más número de citas, ser más productiva, que es más complicado que luego la citen a ella…”.
La concienciación
Y, ¿cómo luchar contra esos tópicos? “Es muy importante la divulgación para despertar vocaciones científicas”, insta Clara Benedí-García. “La concienciación es esencial”, coincide Maite Villalba, quien critica que se tienda a creer que quien se dedica a la Informática es “una persona rarita”. Todo ello a la edad más temprana posible y desde todos los entornos del menor.
“Yo tengo vida. Puedo jugar un rato, pero no toda la tarde. También me gusta estar con mis amigos. Se puede hacer de todo si organizas bien el tiempo. Es a lo que hay que enseñar en casa”, apunta Aroa, consciente de los clichés existentes en el imaginario popular. Con el auge de alumnas en su carrera se espera que aumente la presencia de desarrolladoras, que aún solo representan el 16% del total, según el Libro Blanco del Videojuego, presentado en enero. La joven está convencida de ello y opina que “el proceso ya ha empezado y es imparable”,
“Hemos tenido solo dos alumnas en una clase de 30”
Maite Villalba lidera el proyecto europeo Be@Cyberpro
¿Qué presencia femenina hay en las carreras STEM?
El número de mujeres es muy bajo. En el máster en Ciberseguridad que dirijo en la UEM ha bajado, ronda el 10%, e incluso hemos llegado a tener solo dos chicas en una clase de 30.
¿En qué consiste Be@Cyberpro?
En formar a los chicos con materiales motivadores para que conozcan más sobre la ciberseguridad. También nos dirigimos a docentes y familias. Siempre abordando la brecha de género.
¿Qué acciones realizan?
Vamos a crear contenidos para que profesores de instituto conciencien y dejemos de retroceder. Algunos estudios defienden la actuación en Primaria, porque hay un porcentaje superior de chicas a las que se les dan mejor las Matemáticas. Según crecen las dejan al creer que son cosas de chicos.
¿Qué aportan las mujeres?
No es un tema de ellos o ellas sino de todos juntos. Se necesitan equipos diversos.
Fuente y más información:
Diario 20minutos