Tanto los crucigramas como los famosos sudokus dan muestra de que al ser humano le gusta proponerse retos. En este caso, intelectuales. También dan cuenta de ello los juegos de mesa en los que se plantean preguntas en busca de una respuesta. Esto se debe, ni más ni menos, a la necesidad del ser humano de sentirse satisfecho por haber encontrado una respuesta para ello.
Con toda probabilidad, el hallazgo de estas respuestas no conlleven una reacción tan impresionante como el momento en el que el inventor griego Arquímedes descubrió la forma de calcular la masa y el volumen de un objeto, hecho que le produjo tanta excitación que salió desnudo recorriendo las calles de Siracusa al grito de ¡Eureka! (“lo he encontrado” en castellano); pero sí producen cierta sensación de tranquilidad intrínsecamente unida al placer.
El hallazgo de soluciones creativas ante problemas de gran dificultad es un aspecto fundamental de la cultura del ser humano, que, debido a la exposición de esos problemas que necesitan una respuesta, experimenta el denominado momento ¡Aja!, del que Arquímedes fue, precisamente, el pionero. A partir de entonces, otros científicos como Carl Friedrich Gauss o Albert Einstein pasaron a la historia experimentar situaciones similares, relacionadas con diferentes procesos cognitivos y afectivos como la memoria y la ejecución del aprendizaje.
La importancia de la experiencia de estos momentos ¡Aja! queda en evidencia a raíz de la publicación de unas nuevas imágenes por resonancia magnética funcional en las que aparecen ilustrados los mecanismos cerebrales involucrados en este fenómeno dependiendo de la actividad de comprensión y satisfacción por hallar una determinada respuesta.
A raíz de una serie de pruebas realizadas a sujetos voluntarios –en las que se incluyeron ejercicios para rellenar los huecos de las palabras, como es el caso de los diferentes programas de televisión al estilo Pasapalabra o ¡Ahora caigo!— pudo observarse cómo, mediante la prueba y el error mental, el sujeto experimentaba una sensación de satisfacción, alivio y autocomplaciencia al encontrar la palabra correcta según publica un estudio dado a conocer por Wiley Online Library, que añade que ese momento de felicidad activa la memoria semántica y hace que aquel que vive lo mantenga en el recuerdo.
En resumen, esta estas dos características –sensación de confianza y la codificación de la semántica en la memoria– se suman a la certeza de haber hallado una respuesta, independientemente de su dificultad, solo medida por la rapidez de su formulación, y dan lugar a los denominados momentos ¡Aja!
Fuente y más información:
Diario 20minutos