Un ejemplar de ajolote, anfibio de agua dulce de origen mexicano.
Para salvar de la extinción al ajolote, anfibio icónico de México de gran importancia científica y cultural, expertos impulsan el ‘Refugio chinampa’, proyecto que pretende restaurar la superficie agrícola de la zona lacustre de Xochimilco, en el sur de Ciudad de México.
Las chinampas, legado de la época prehispánica, son islotes artificiales que flotan sobre cuerpos de agua y se usan para el cultivo y la extensión territorial.
El proyecto busca “mejorar las condiciones, hacer agricultura tradicional, retirar pesticidas, quitar fertilizantes, generar refugios para ajolotes en donde el refugio sea el hábitat perfecto para que el ajolote sobreviva”, asegura Luis Zambrano, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El equipo que encabeza Zambrano acaba de recibir del Gobierno un presupuesto de 7,5 millones de pesos (397.667 dólares) para iniciar la primera etapa. El recurso llegó con seis meses de retraso, lo que obliga a los investigadores a redoblar esfuerzos para recuperar una parte de las chinampas y salvar al ajolote.
“Este es el inicio de un proyecto que quisiéramos hacer a gran escala, que es repoblar de chinampas Xochimilco”, precisó Zambrano, titular del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la UNAM.
De acuerdo con el experto, “Xochimilco debe tener entre diez y quince por ciento de chinampas activas y el resto están abandonadas o son canchas de fútbol o ya tienen construcciones arriba”.
El ajolote (Ambystoma mexicanum) es un anfibio caudado, perteneciente a la familia de las salamandras y tritones, de color pardo y con branquias externas que coronan la parte trasera de su cabeza, semejando plumas. Habita entre las chinampas de los lagos y canales de Xochimilco, su único hábitat natural remanente.
Pero desde la década de 1990 la reducción de agua de manantial que abastece a Xochimilco, la contaminación de los canales, los cambios urbanos en la zona y la introducción de peces para pesca comercial como la carpa, que come huevos del ajolote, y la tilapia, que se alimenta de ajolotes juveniles, mermaron la población de esta especie.
La población del ajolotes de Xochimilco pasó de 6.000 ejemplares por kilómetro cuadrado en 1998 a solo 36 en 2014, de acuerdo con el último censo realizado por el equipo de Zambrano.
Los acuarios no son la solución
“Cuando los ajolotes llevan mucho tiempo en peceras, pierden la característica silvestre, tanto en términos morfológicos como fisiológicos y de conducta; por ello es indispensable recuperar su hábitat“, señala el biólogo, quien ha estudiado por 20 años el comportamiento de este anfibio.
El Instituto de Biología de la UNAM cuenta con una colonia de ajolotes para investigación científica.
Este ajolote ha sido modelo de interés en términos evolutivos por ser un organismo “neoténico”, ya que puede reproducirse sin perder las características morfológicas de su estado larvario.
“Es muy importante por varias razones. En términos biológicos porque tiene la capacidad de regenerarse: le quitas un ojo, le vuelve a crecer (…), le quitas un pedazo de cerebro y le vuelve a crecer, cosa que no le pasa a nadie”, dice Zambrano al referirse a la importancia de la investigación del ajolote para la regeneración de tejidos, neurociencia e investigación coronaria.
La relación de los aztecas con el ajolote era muy íntima: era alimento, se aprovechaban sus propiedades curativas y se reconocía su importancia en la naturaleza.
En la mitología náhuatl, el ajolote o “axolotl” es la advocación acuática de Xólotl, dios del ocaso y de los espíritus, hermano mellizo de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
Xólotl no quería sacrificarse para permitir el nacimiento del Quinto Sol, que daría origen a la especie humana; por ello escapó y se escondió, primero transformándose en maíz y luego en maguey. Al ser descubierto se refugió en el agua, donde tomó la forma del ajolote.
“Si perdemos al ajolote perdemos un poco de ser mexicanos, no solo porque es una de las especies más importantes a nivel biológico en el país, sino que está ligado a nuestra cultura. Lo utilizamos como medicina tradicional y el pintor Diego Rivera lo plasma en sus murales”, acotó Zambrano.
Fuente y más información:
Diario 20minutos