Hace cincuenta años este mismo mes , un pequeño grupo de astrónomos hizo un descubrimiento que suponía toda una revolución cósmica, consiguieron explicar un fenómeno que inicialmente se pensó que podía indicar un origen extraterrestre, y que dicho origen podía tratarse de una civilización inteligente.
En noviembre de 1967, Susan Jocelyn Bell (ahora Dame Jocelyn Bell Burnell), una estudiante de postgrado de la Universidad inglesa de Cambridge, detectaba por primera vez lo que posteriormente supo que era un pulsar, una bola de material increíblemente densa que se forma cuando una estrella masiva se queda sin combustible y se colapsa sobre si misma.
Desde el descubrimiento de los púlsares, los objetos han proporcionado información sobre el ciclo de vida de las estrellas y los estados extremos de la materia , así como pruebas que respaldan la teoría de la gravedad de Albert Einstein. Actualmente diversos proyectos aunan esfuerzos para usar los púlsares como un método para para detectar ondas gravitacionales , ondas en la estructura del universo, o como parte de un sistema de navegación.
Un faro cósmico
Los púlsares giran rápidamente mientras irradian cierto tipo de ondas. Se suele utilizar el símil de un faro, que gira alrededor de un eje e irradia dos haces de luz desde un segundo eje.
Para los barcos los haces de luz se ven como una luz que se enciende y se apaga cuando en realidad lo que hace es rotar. Esto, en cierto modo, es lo mismo que sucede con los púlsares. Los haces que pasan por la Tierra serían para los astrónomos una suerte de luces “intermitentes” que simulan que el objeto parpadeara o latiera.
El descubrimiento
Bell Burnell estaba estudiando objetos utilizando un radiotelescopio que ella misma ayudó a construir bajo la supervisión de su entonces asesor Antony Hewish, diseñador original del instrumento. El telescopio en cuestión se encontraba en el Observatorio de Astronomía de la Radio Mullard, en las afueras de Cambridge.
El telescopio fue diseñado para ayudar a estudiar el cosmos usando una técnica llamada “centelleo interplanetario”. Hewish intentó usar este método en objetos llamados quasars o cuásares. Los cuásares se originan en el núcleo de determinadas galaxias cuando los agujeros negros respectivos comienzan a absorber toda la materia que encuentra en su cercanía.
Los cuásares varían en brillo, y Hewish pensó que la técnica de centelleo interplanetario era apropiada para identificar este tipo de cambios.
En palabras del propio Hewish estaban mirando más allá de lo que, hasta la fecha, se podía apreciar con los telescopios ópticos, eran los comienzos de la radioastronomía, una nueva disciplina originada en los años 30 que él y sus colegas estaban desarrollando
Bell Burnell estaba a cargo de operar el telescopio y analizar los datos, según un artículo que escribió para la revista Cosmic Search en la década de 1970. Usando esta técnica, Bell Burnell descubriría un objeto que parecía parpadear cada 1.3 segundos; un patrón que repetía durante días.
El objeto no coincidía con el perfil de un cuásar, tenía que ser otro tipo de objeto. Tampoco parecía un fenómenos cósmico conocido: la luz tenía una frecuencia de radio muy específica, mientras la mayoría de fuentes naturales suelen irradiar a través de un rango más amplio de frecuencias y son más caóticas.
Esta fue la razón por la que Bell Burnell, Hewish y algunos otros miembros del departamento de astronomía tuvieron que reconocer que podrían haber encontrado una señal creada artificialmente, algo emitido por una especie de inteligencia. E.T. estaba llamando a casa. Burnell incluso llegó a etiquetar el primer púlsar como LGM1, que significaba “pequeños hombres verdes” (little green men). Quizás llegados a hasta este punto os pueda recordar a algún caso más reciente.
Un segundo descubrimiento
Bell Burnell más tarde informaría que Hewitt había convocado una reunión sin ella, en la cual discutió con otros miembros del departamento de cómo deberían manejar la presentación de sus resultados al mundo.
Mientras que sus colegas científicos podrían ser moderados y escépticos, era probable que la posible detección de una civilización alienígena inteligente pudiera crear un caos entre el público.
La prensa, muy probablemente, tomaría tal historia como un descubrimiento sin precedentes y la tomaría con los investigadores de Cambridge. Según Hewitt, una persona incluso sugirió (quizás solo en parte en broma) que tomaran los datos y se olvidaran de todo.
Años después, Burnell escribió que estaba molesta por la aparición de la extraña señal por otra razón. Como estudiante de posgrado, estaba tratando de terminar su trabajo de tesis antes de que se agotara su financiación, pero el trabajo con el púlsar la estaba alejando su principal objetivo.
“Aquí estoy tratando de obtener un doctorado de una nueva técnica, y algunos tontos de hombres verdes tenían que elegir mi antena y mi frecuencia para comunicarse con nosotros”, escribió en el artículo de la revista Cosmic Search.
Solucionando el problema, finalmente no eran hombrecillos verdes
Más tarde Burnell resolvería el problema. Encontró que había otra señal similar que se repetía regularmente. Ésta provenía de una parte completamente diferente de la galaxia y debía de tratarse del mismo tipo de objeto.
No era finalmente uno o dos objetos cósmicos, sino una familia completa que, lejos de revelar la existencia otra civilización extraterrestre nos descubría un nuevo y extraño objeto, el púlsar.
“Debido a que es muy poco probable que haya dos pequeños hombres verdes en lados opuestos del universo, ambos decidieron enviar una señal a un un planeta discreto, la Tierra, al mismo tiempo, usando una técnica tonta y una frecuencia bastante común” … Tenía que ser un nuevo tipo de estrella nunca visto antes“, dijo Bell Burnell.
Controversia en el mundo de la Ciencia
En 1974, el Premio Nobel de Física le fue otorgado a Hewish, junto con el radioastrónomo Martin Ryle. La mención le fue dada por su investigación pionera en radioastronomía, a Ryle por sus observaciones e invenciones (en particular de la técnica de apertura de síntesis), y a Hewish por su decisivo papel en el descubrimiento de los púlsares.
Bell Burnell sin embargo, una pionera de la astrofísica moderna fue omitida y dicha omisión como colaboradora del descubrimiento del púlsar ha provocado,como no, controversia entre científicos y miembros del público, aunque Bell Burnell nunca ha llegado a impugnar públicamente la decisión del comité del Nobel.
Sirva este artículo para honrar la memoria de una gran astrofísica nacida en los años 40 del siglo pasado, Susan Jocelyn Bell Burnell.
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