La réplica de la Gioconda del Museo del Prado fue pintada en el estudio de Da Vinci, de forma casi simultánea con el original.
A la Mona Lisa le ha salido una hermana gemela, más guapa y mejor conservada.
Y es que al retirar una capa de barniz oscuro que tenía esa copia de la Gioconda, se han percatado de un fondo idéntico al original, y detalles, como las cejas, que el tiempo y las restauraciones agresivas, se habían encargado de ir borrando en la Gioconda del museo parisino.
El Museo del Prado era consciente de la existencia en su pinacoteca de una copia de la famosa Mona Lisa de Leonardo Da Vinci. Lo que ignoraba es que se trataba de una copia tan similar y que, posiblemente, se hubiera podido realizar en el mismo taller de Da Vinci, por parte de algún discípulo, siguiendo las directrices del pintor Italiano.
Ésta réplica llevaba en los catálogos reales de España al menos desde 1666 (primera referencia escrita en los registros de los catálogos y de ahí su inscripción en el margen inferior izquierdo 666 como se puede ver en la foto). Apenas algo más de siglo y medio después de la creación de la Gioconda (que recordemos es del año 1503-1506) (No hay ningún mensaje encriptado como algunos han intentado ver en esa inscripción).
El problema era que existía una capa de barniz oscuro que tapaba y no dejaba ver el fondo del cuadro así como algunos detalles relevantes.
Tras la petición de cesión temporal por parte del Museo del Louvre para una exposición entorno a Da Vinci se disparó la curiosidad del equipo del Museo del Prado, y tras un estudio técnico y arduos trabajos de limpieza, acabaron de eliminar ese fondo negro y se descubrió el paisaje de fondo toscano, con mayor definición, mejor estado de conservación y dejando apreciar mejor los detalles que en el original.
Además se pueden ver bien los laterales, lo cual en el original se pierde debido al marco.
Un análisis detallado gracias a los rayos X, desveló que las correcciones y rectificaciones, así como la forma de componer el cuadro en la pintura del Prado eran muy parecidas a las halladas en la Gioconda del Louvre.
No cabía duda ya, de que debía ser obra de un pupilo aventajado del Maestro dibujado casi simultáneamente al original.
Entre los nombres posibles salen a relucir el de Andrea Salai (quien se convertiría con el tiempo en amante del pintor florentino) y el de Francesco Melzi.
La única duda a desvelar es por qué Leonardo permitió que en una obra tan importante, otro artista, por muy pupilo suyo que fuera, retratara de forma simultánea a la esposa de Francesco Bartolomeo del Giocondo. ¿Era acaso una forma de proceder habitual con su alumnado?
A continuación analicemos las diferencias entre las pinturas.
LOS OJOS
En la mirada de la Gioconda podemos apreciar una misma posición de los ojos y una muy similar proporción en la nariz.
Se nota el desgaste de la pintura “original” (inferior) y apreciamos en la copia la línea de la ceja, que, en la pintura de Da Vinci, se habría perdido tras las agresivas restauraciones a la que ha sido sometida desde su creación.
El craquelado de la pintura original (abajo) debido al desgaste es obvio y manifiesto y origina la pérdida de muchos detalles, así como colores que hubiera tenido el retrato en origen.
LOS BRAZOS
La postura de los brazos y pliegues de la ropa son casi idénticos, quizás haya una pequeña diferencia de ángulo en la observación de los pliegues.
El color de la pintura original, degradado a tonos marrones dista bastante de los colores vívidos de la copia del Prado, dónde también se aprecian mejor las sombras y las uñas en la mano.
También podemos apreciar en la copia, una especie de pulsera en la muñeca izquierda que en el original se ha perdido.
El rostro de la Gioconda madrileña, aparenta ser ligeramente más alargado, y estilizado y por supuesto con más colorido. Pero también aparentan estar captados desde ángulos ligeramente diferentes. Observamos una mayor amplitud del rostro a lo largo, enfatizada por la ausencia de sombras tan pronunciadas como en el caso de la Gioconda original.
Se observan mucho mejor los rizos, las cejas y la diadema y el pelo en la parte izquierda no se difumina con el fondo.
Y no podíamos terminar esta comparativa sin hacer un plano detalle de la sonrisa (para algunos, tan enigmática) en ambos cuadros. Podemos apreciar que el parecido de ambas es innegable, y en la versión de la Mona Lisa Madrileña podemos
apreciar mejor los colores y la profundidad del cuadro.
¿Sigue siendo tan enigmática la sonrisa o con el color se pierde algo el efecto y juegos de sombras de la mona lisa Original?
Quizás el desgaste al acentuar las sombras habría provocado una, aún mayor ambigüedad.
Y hasta aquí nuestra revisión de “Las Giocondas”.
Sin ser expertos en arte, y aún a riesgo de haber cometido muchos errores de novato en nuestro superficial análisis comparativo de las obras, si nos parecía relevante en Planeta Incógnito hacernos eco de esta noticia. Es obvio que este hallazgo puede desvelar muchos misterios artísticos a los que Da Vinci dio lugar con esta obra.
La expresión del rostro de la modelo, la inspiración del autor, el embarazo o no de la modelo, la revolucionaría aplicación de la técnica del esfumato, así como otros enigmas ocultos tras la Mona Lisa, serán seguro revelados gracias esta pintura.
Fuentes : Museo del Prado, Wikimedia
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