El camino del conocimiento
Antes de que la fantasía misma fuese superada por el largo anhelo de comunicarse con el mundo del más allá, la humanidad sufrió un proceso evolutivo que le llevo a tomar conciencia de la vida a través de la reflexión de la muerte. Este suceso que determinaba el final de la propia existencia no era más que un estado arbitrario e inherente de ella, pero con la capacidad racional de provocar más afectos que la propia vida.
En innegable que el tránsito al otro mundo siempre ha sido uno de los enigmas más cautivadores y universales del ser humano, un misterio que se ha tratado de comprender, trasformar, y lo que es peor, dominar a través de creencias y religiones. Evidencias antropológicas nos demuestran que ya nuestros pretéritos antepasados los Neandertales, no solo tenían conciencia de la muerte si no que buscaban en el origen de la misma, una experiencia después de esta vida.
Sin embargo, la necesidad de entender sin éxito a la muerte, nos alejó de ella como parte de nuestra condición humana, dando paso a un largo cuadro de creencias y mitos que repoblaron nuestra mente con una entelequia sobre el más allá.
A día de hoy, comunidades indígenas siguen conviviendo con sus fallecidos en sus hogares de forma normalizada, exhuman a sus seres queridos, realizan cremaciones al considerar a la muerte obra de los demonios, cuelgan ataúdes en las paredes verticales de las montañas, ofrecen a sus difuntos cómo pasto y alimento para animales, realizan antropofagia, amputaciones, disección, y un sinfín de rituales más o menos extravagantes y macabros a nuestros ojos, pero ajenos a otras realidades.
Si bien existen tantas expresiones sobre la cultura de la muerte como acervos grupales, es común, al beber todas ellas de la misma fuente, hallar de referencia. A pesar de ello, el anhelo por la comunicación con el más allá ha sido siempre una de sus máximas manifestaciones universales y sin duda alguna un referente para todas las manifestaciones. La necesidad afectiva de hablar con nuestros seres queridos, de sentirlos cerca, de conocer el final del abismo de la muerte, y sobre todo, el de no aceptar este proceso como parte natural de la vida, conllevo desde la antigüedad a establecer numerosos canales de conexión con el mundo irracional de los muertos.
A lo largo de la historia han sido innumerables las figuras que representaban este contacto con el inframundo, los druidas, chamanes, magos y hechiceros con su capacidad para alterar la percepción de la realidad, gestionar el mundo espiritual de sus linajes, y establecer artes adivinatorias y curativas; los sacerdotes de antiguas civilizaciones como custodios del tránsito hacia la otra vida y vectores de comunicación con los difuntos y los dioses; los profetas, intermediarios entre la divinidad y la humanidad; los brujos y nigromantes, depositarios de la más oscura magia negra y diabólica; los vaticinadores, adivinos y videntes, con sus miles de técnicas adivinatorias; o los médiums, espiritistas, santeros, religiosos, sensitivos, u otras expresiones culturales con el mundo del más allá, por supuesto, sin olvidar las legiones y hordas de charlatanes y farsantes que se servían y se aprovechan de las penas y esperanza de los más débiles para beneficiarse de ellos.
Lamentablemente en nuestros días esas turbas de embusteros y estafadores se han multiplicado exponencialmente, el auspicio y la protección del actual sistema en el que se favorece la dispersión de engaños bajo la bandera de la libertad de creencias, no ha hecho más que desproteger los intereses de los más desfavorecidos, siendo usuales los dolos y engaños en la mayor parte de las disciplinas ocultistas.
Aunque es cierto que a lo largo de la historia han sido innumerable los elementos que han servido de conexión con el inframundo, es la “Ouija” el instrumento diferenciador de nuestro tiempo, la tabla supo acabar con gran parte de las sesiones de videntes y mesas parlantes del siglo XIX y no sucumbió a las incipientes nuevas técnicas como psicofonías interactivas, ni al futuro de internet y de la telefonía móvil
Mucho se ha hablado de la Ouija, la mayoría en voz baja por miedo a las creencias y suposiciones que nos han ido inculcando durante años, pero sinceramente, la mayoría falso. Como muchas otras mancias la tabla parlante no deja de ser un fenómeno colectivo que se fundamenta en la sugestión de muchas personas al mismo tiempo, ¡si todos tienen claro el movimiento del marcador, aunque sea de manera inconsciente, ésta funciona!
El auge del cientificismo materialista a mediados del siglo XIX en Europa y Norteamérica conllevo la expansión y búsqueda de nuevas creencias agnósticas, es el tiempo de las corrientes espirituales, de las escisiones clásicas de las religiones, de los sincretismos y movimientos teosóficos, y de las utópicas y milenaristas. En definitiva, un tiempo convulso, donde el espiritismo y otras creencias ocultistas intentaron dar respuesta al deseado anhelo de comunicarse con los muertos.
Sobre 1850 el espiritismo comienza su ascenso, el escritor francés Allan Kardec, padre de la sistematización del espiritismo, fundamenta las bases de esta disciplina a través de una visión pedagógica y experimental de las manifestaciones, su nuevo enfoque metodológico y analítico revolucionó a gran parte de la sociedad que por aquel entonces huía de los antiguos dogmas y creencias. Kardec no era un investigador al uso, ni tan siquiera para muchos considerable, pero sí intentó racionalizar las ideas esotéricas que defendía.
Europa por aquel entonces ya había contado con la famosa médium Friederika Hauffe, sus sueños premonitorios y sus visiones fantasmales cautivaron al famoso médico y poeta alemán Justinus Kerner, quién tras tratarla la convirtió en un referente de espiritismo a través de su obra “La vidente de Prevorst”.
Al otro lado del charco y años después, el éxito recayó en el médium y sanador norteamericano Andrew Jackson David. Este médium cimentó su carrera esotérica sobre los pilares de la clarividencia y el mesmerismo, sus numerosas sesiones de sanación y espiritismo le llevaron a fraguarse un extenso reconocimiento de los nuevos creyentes, lo que le valió para dar conferencias por todo el país.
No obstante, y a pesar de someter sus obras a una tamizada y engañosa gnosis, éstas nunca obtuvieron la aprobación de la comunidad científica, los mayúsculos e innumerables errores técnicos y racionales que presentaban fueron duramente criticados desde la academia más ortodoxa, siendo calificados como “auténticos engaños”. A pesar de ello, sí supo llegar a esa otra parte de la población adepta que vieron en el joven honestidad y poderes sobrenaturales
Sin embargo, no es hasta 1848 y a través de las contradictorias hermanas Fox y su “señor pezuñas”, cuando esta disciplina ocultista estalla como fenómeno social. La extravagante moda de comunicarse con los muertos rompe definitivamente con los tabúes de una sociedad constreñida por dogmas y creencias anacrónicas. Los acólitos y admiradores de estás disciplinas reivindican su libertad de uso y disfrute, y el materialismo científico en pie de guerra con la ciencia ortodoxa busca la demostración empírica para rebatirles su afirmación de que “tras la muerte no había nada”.
Por otro lado, la iglesia católica, fiel a sus doctrinas rancias e inflexibles, continuaba diseminando el miedo y el terror a través de la coacción, el espiritismo seguía siendo para ellos una práctica execrable y perjudicial a los ojos de Dios de la que había que huir.
Con el despertar del espiritismo, la demanda crece, se encarecen los precios de las consultas y el número de maestros espirituales aumenta incontenidamente. Día a día se registran nuevos de récores de mensajes y contactos con el más allá; el portal con el mundo de los muertos había quedado abierto definitivamente. El nuevo escenario posiciona a los antiguos y más afamados clarividentes en exclusivos de la burguesía y de familias adineradas, naciendo un nuevo negocio no ajeno a pícaros y charlatanes, donde todo se compra y todo se paga, y por supuesto, todo lo que se quiere oír, se escucha
Pero es a partir de la guerra de Secesión Norteamericana cuando se produce una vuelta de tuercas en la falsa y post-racial sociedad americana. Tras la contienda, el pueblo americano quedó deshecho y hundido, la enraizada moral cristiana ya no ofrecía consuelo a una parte de la sociedad que había perdido a más de un millón de seres queridos de uno y otro bando, y que ansiaba por todos los medios acallar y soterrar las voces tormentosas que consternaban su conciencia. Para ellos, la fe cristiana ya no era suficiente, y la esperanza de volver a contactar con sus seres queridos les condujo irremediablemente al encuentro del espiritismo.
Acabada la guerra en 1886, y con el dolor fresco de los muertos, la agencia de noticias americana “Associated Press” publicó un artículo de ámbito nacional sobre las “mesas parlantes”, crónica que sin saber bien su objetivo sembró la esperanza de millones de personas, y reforzó la consabida premisa que en épocas de crisis y de adversidades el uso del espiritismo y otras disciplinas ocultistas aumentan significativamente.
Un canal de conexión universal con el más allá
Unos 25 años después de la efervescencia de las primeras sesiones de mesas giratorias o parlantes, surge la Ouija. A diferencia de otros canales de comunicación con el inframundo, la Ouija emprende su recorrido con un empaque diferente, no solo se trataba de un método de contacto con las ánimas, si no de un juego revolucionario que cambió un paradigma social.
Pero al contrario del pensamiento tradicional la Ouija no tiene su origen en el antiguo Egipto, ¡qué más quisiéramos!, ni tampoco en otras culturas arcanas, esta leyenda no fue más que uno de los tantos recursos empresariales para sustituir su origen frívolo y mundano por uno histórico y misterioso.
La tabla nace 1890, así lo refleja la patente de su inventor Elijah J. Bond y los titulares de la misma, William H. A. Maupin y Charles W. Kennard, pero no fue exactamente un inventó nuevo, si no que se trató de la adaptación comercial y perfeccionada de las antiguas “planchettes” y dispositivos al uso, desde las tablas de escritura automática con ruedas, hasta las cartas alfabéticas tipo zairagia.
Sobre esta fecha alguien observó que cuando se situaban los dedos sobre una pieza pequeña y de poco peso, está se movía “sola”. La ciencia en aquel momento y una vez descartados los movimientos voluntarios o engañosos no puedo dar una explicación razonable del efecto, lo que conllevo en un acierto visionario del mundo del marketing a adaptarlo al ocultismo como las respuestas de las entidades espirituales.
El tablero de la bruja como también se le denomina, es el mismo que el de hace más de 125 años, se compone de una tarima rectangular con las letras del alfabeto en forma semicircular y los números del 0 al 9, también incluye los adverbios “sí” y “no” a cada lado del tablero y la interjección “Adiós”. Además, como nexo entre el mundo real y psíquico está el marcador o puntero movible, un objeto variopinto que traza y señaliza enigmáticas palabras interpretadas para algunos como mensajes del más allá, o incluso como señales extraterrestres por los seguidores hoy día de las corrientes de la “Nueva Era”.
Pero en contra de lo que pensamos hoy día, la tabla se comercializó como un juego acto para todos los públicos, convirtiéndose en los primeros años de existencia en uno de los juegos de mesas más vendidos y favoritos de la sociedad estadounidense. En 1890 se vendieron las primeras tablas y se traspasó la patente a William Fuld, antiguo empleado de Kennard, cuya compañía comercializó el juguete hasta que “Parker Brothers”, los dueños del Monopoly, Cluedo y Trivial entre otros, adquirió los derechos en 1966. Posteriormente se integró en la multinacional “Hasbro”.
El significado de la palabra Ouija en su inició era “Buena Suerte”, así lo acreditan tanto los documentos originales de sus creadores, evidentemente por aquel momento la iglesia y el espiritismo todavía no se habían topado en su camino, y la comercialización con ese pequeño hálito de misterio iba dirigida sin más a todas las familias del mundo.
Más tarde y en relativa consonancia con las proclamas impulsadas por católicos y ocultistas, se volteó su significado, de positivo pasó a negativo y de armónico a tenebroso, ahora su significado emanaba de un término de origen egipcio que significaba “Mala Suerte”. No obstante esta designación tampoco duró mucho, comercialmente no era eficaz vender un producto con esa marca maligna, por lo que se le dio un nuevo sentido más aséptico y neutral, pasando a significar “Qui” y “Ja”, o lo que es lo mismo sí en francés y sí en alemán.
La cruzada espiritista y católica contra la Ouija
Es notorio como ya hemos ilustrado anteriormente que en su origen la Ouija era un juego cotidiano y de uso familiar, una novedosa diversión sin componentes diabólicos, cuyo único propósito era entretener a sus participantes a través de los mensajes desconcertantes del más allá. Al mismo tiempo, la tabla no solo se presentaba como un método de obtener respuestas de los espíritus, si no como un elemento que favorecía las relaciones sociales e interpersonales, hasta el punto que muchos jóvenes la usaron para flirtear y afianzar relaciones, de hecho, tal y como se aconsejaba en las instrucciones originales de uso, – la tabla debía colocarse en el regazo de dos personas, preferiblemente dama y caballero -, así dedos y rodillas estarían en contacto.
Si el espiritismo constituyó desde el mismo instante de su aparición, un lenguaje, común e inteligible para la comunidad ocultista, la Ouija, supuso la universalización y accesibilidad al mundo de los muertos para todos los estratos sociales y creencias. El nuevo canal desterraba al abismo la idea de su uso a unos elegidos y la extendía a patrimonio popular.
Por algún tiempo continuó siendo un juego inocente, su popularidad crecía de manera viral y rápidamente se convirtió en un auténtico éxito de ventas. Gran parte de la sociedad ambicionaba tener una tabla, querían respuestas del más allá, y aspiraban experimentar la conexión con los seres del inframundo libres de caudillajes espiritistas. Ahora el contacto con los seres espirituales estaba a tan solo una tabla de madera, un instrumento al alcance de cualquier persona por muy poco dinero, incluso, a coste cero para fabricaciones domésticas.
La fuerte influencia de la ouija en la sociedad americana y europea marcó el inicio de una lucha de intereses, las dos grandes comunidades, ocultista y católica, agredidas por la irreverencia del nuevo canal, comenzaron su particular cruzada contra ella. El mundo espiritista vio torpedeada su línea de flotación y de subsistencia, las millonarias ventas de la tabla parlante restaron grandes ingresos a los médiums, y la existencia de una tabla en cada casa hacía innecesarias las sesiones y consultas de pago, excepto para la sociedad burguesa que continuó requiriendo sus servicios signo de distinción frente al populacho
La sociedad ocultista crítico ferozmente este nuevo artilugio considerándolo nocivo y peligroso en manos inexpertas. Racionalmente les era imposible plantear una argumentación fundada en su ineficacia, ya que durante décadas, habían hecho uso de otros instrumentos de contacto similares y hasta más extravagantes, por lo que el factor miedo era su única arma de persuasión. Con estas premisas establecieron las pautas para sembrar el recelo entre los nuevos practicantes, y así, nació la idea de que un contacto sin un profesional adecuado y por su puesto sin la adecuada técnica psíquica, podía acarrear grandes consecuencias negativas para los participantes, abogando la intervención de médiums y espiritistas contrastados para el uso de esta práctica.
Por otro lado la iglesia católica no podía estar de acuerdo con el uso de la Ouija, su oposición a cualquier técnica ocultista había sido más que evidente a lo largo de los siglos, desde siempre habían sido un firme opositor a cualquier filosofía que usurpara su espacio de creencias en el más allá, pero tampoco podían desmentir abiertamente estas corrientes, en el fondo, al igual que ellos apoyaban la idea de la existencia espiritual y vida después de la muerte. Con todo ello trazaron de igual manera su estrategia, una hoja de ruta debidamente orquestada para mancillar esta nueva técnica. Comenzaron edulcorando la información, la iglesia era experta en estos desafíos, y siguiendo la misma línea que la comunidad ocultista, basaron su táctica en el terror. En muy poco tiempo difundieron la idea de que la tabla sí funcionaba, y que los contactos que se obtenían con el más allá y con otros espíritus eran reales, con ello, conseguían mantener viva la idea católica de la existencia de almas y vida después de la muerte, pero matizando, y aquí el quid la cuestión, que la comunicación con esas entidades no terrenales era causa y efecto del mismísimo demonio. A partir de este instante y socorrido por los tsunamis acusatorios de los grupos religiosos, las connotaciones negativas de la tabla comienzan a germinar
El movimiento una cuestión científica
Alejado de las hiperbólicas quimeras y fantasías de la comunidad ocultista, la ciencia no tardó mucho tiempo en investigar y emitir los resultados sobre el fenómeno viral de la Ouija. Una vez aislado el fraude habitual de las sesiones y los desplazamientos conscientes, observaron que seguía existiendo un cierto movimiento en apariencia autónomo y no deliberado del marcador tras apoyar los dedos sobre él, pero que en ningún caso provenía del más allá, si no de una simple derivación neurológica, el llamado efecto ideomotor.
El Efecto Ideomotor corresponde al “temblor basal”,vibraciones ligeras e imperceptibles de nuestro cuerpo que están reguladas por la parte de nuestro cerebro encargado de evitar y controlar el movimiento. Al igual que hay partes del cerebro que se encargan de mover nuestro cuerpo, hay otras, facultadas para lo contrario, como la “Sustancia Negra”, que es precisamente la que falla en enfermedades como el Parkinson, produciendo los característicos temblores incontrolados.
No obstante, las oscilaciones basales son esenciales para la vida aunque pasen desapercibidas, además, no es lo mismo estar en reposo que querer hacer un movimiento y no hacerlo, como en el caso de la Ouija. En estos procesos y adicional al temblor basal se produce un impulso refrenado e involuntario del movimiento, que trasladado cognitivamente a la vibración basal origina la ilusión del movimiento autónomo. Las vibraciones sobre el marcador producen el movimiento y la sugestión colectiva una determinada dirección.
Si todo el mundo está de acuerdo con una misma respuesta, ¡existe una expectativa!, y si existe, el marcador se moverá hacía ella de manera inconsciente.
Hay muchos misterios, pero no todo vale
Referencias
. Historia de Iberia Vieja – Espiritismo, la otra religión de España
. Elizabeth Huaita Condorchua – Antropología de la muerte – Universidad Nacional Mayor de San Marcos
. The atlantic – When Ouija Boards Were Sexy
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